Muéganos: masas de buñuelo con caramelo

Los muéganos son un delicioso tesoro de la repostería tradicional mexicana, una exquisitez que ha perdurado a lo largo de generaciones, cautivando paladares con su combinación única de texturas y sabores. Este dulce típico destaca por sus bolitas de masa frita, cubiertas con una rica capa de piloncillo o miel que les otorga un irresistible sabor caramelizado. En este artículo, exploraremos la historia y beneficios de los múeganos, y te facilitaremos una receta para que puedas elaborarlos en casa.

Muéganos

Historia de los muéganos

La historia de los muéganos se remonta a la época colonial en México, cuando las influencias culinarias de los españoles se mezclaron con las tradiciones prehispánicas y los ingredientes locales. Los muéganos, tal como los conocemos hoy, son un resultado de esta fusión cultural, que combina técnicas europeas de repostería con sabores y productos autóctonos.

Aunque se desconoce con precisión su origen geográfico exacto, los muéganos son especialmente populares en varias regiones del país, como Huamantla en el estado de Tlaxcala, Tehuacán en Puebla, y en el estado de Hidalgo. Cada una de estas áreas ha desarrollado su propia versión del muégano, adaptando la receta básica a sus gustos y costumbres locales. Por ejemplo, en Huamantla, los muéganos suelen ser esferas de masa frita unidas por una mezcla de piloncillo, mientras que en Tehuacán, se elaboran con una masa más suave y una cobertura de jarabe de piloncillo y anís.

A lo largo de los siglos, los muéganos han mantenido su popularidad, convirtiéndose en una parte integral de las celebraciones y festividades mexicanas. Estos dulces no solo son apreciados por su sabor, sino también por su capacidad para evocar recuerdos y tradiciones familiares. La elaboración de muéganos en muchos hogares mexicanos sigue siendo una actividad comunitaria, donde las recetas se transmiten de generación en generación, preservando así una parte importante del patrimonio culinario del país.

Propiedades nutricionales de los muéganos

Los muéganos, aunque son un deleite para el paladar, deben ser consumidos con moderación debido a sus propiedades nutricionales. Estos dulces tradicionales están compuestos principalmente por ingredientes como la harina de trigo, el piloncillo o miel, el aceite para freír, y en algunas versiones, el anís y otros aromatizantes. Cada uno de estos componentes aporta ciertos nutrientes, pero también implica un alto contenido calórico y de azúcares.

La harina de trigo es la base de la masa de los muéganos, proporcionando carbohidratos que son la principal fuente de energía para el cuerpo. Además, contiene proteínas y pequeñas cantidades de fibra, vitaminas del grupo B y minerales como hierro y magnesio. Sin embargo, al ser refinada, la harina de trigo pierde una gran parte de su contenido original de fibra y micronutrientes, lo que reduce su valor nutricional en comparación con las harinas integrales.

El piloncillo o la miel, utilizados para endulzar y cubrir los muéganos, son fuentes concentradas de azúcares simples. El piloncillo, un tipo de azúcar no refinada, retiene más nutrientes que el azúcar blanco, incluyendo pequeñas cantidades de minerales como calcio, hierro, potasio y magnesio, además de antioxidantes. La miel también aporta antioxidantes y tiene propiedades antibacterianas. No obstante, ambos ingredientes son ricos en calorías y su consumo excesivo puede contribuir al aumento de peso y a problemas de salud como la diabetes y las enfermedades del corazón.

El proceso de fritura de los muéganos añade una cantidad significativa de grasas al producto final. Dependiendo del tipo de aceite utilizado, los muéganos pueden contener grasas saturadas y trans, que son las menos saludables. Las grasas saturadas están asociadas con un aumento en los niveles de colesterol LDL (el «malo»), mientras que las grasas trans son aún más perjudiciales, ya que no solo aumentan el LDL sino que también disminuyen el colesterol HDL (el «bueno»). Por lo tanto, es crucial considerar el tipo de aceite utilizado y la frecuencia de consumo.

Receta: cómo hacer muéganos caseros

Preparar muéganos es embarcarse en un viaje culinario hacia el corazón de la tradición mexicana, donde cada paso en la cocina resuena con historias y sabores transmitidos de generación en generación. Este delicioso dulce, caracterizado por sus bolitas de masa frita bañadas en una rica capa de piloncillo o miel, es un símbolo de celebración y nostalgia en muchas regiones del país. A continuación, te invitamos a descubrir una receta clásica de muéganos, que no solo deleitará tu paladar, sino que también te conectará con la esencia de la repostería mexicana tradicional. Prepárate para disfrutar de una experiencia culinaria que combina simplicidad y exquisitez en cada bocado.

Ingredientes para hacer muéganos

Para preparar tus muéganos en casa, debes utilizar los siguientes ingredientes:

Para la masa:

  • 2 tazas de harina de trigo
  • 1/2 taza de agua tibia
  • 1 cucharadita de polvo de hornear
  • 1 huevo
  • 1/4 de taza de azúcar
  • 1 pizca de sal
  • Aceite vegetal para freír

Para el jarabe:

  • 1 taza de piloncillo rallado (o sustituto de azúcar moreno)
  • 1/2 taza de agua
  • 1 raja de canela (opcional)
  • 1/2 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)

Cómo preparar muéganos paso a paso

A continuación te detallamos los pasos a seguir para elaborar muéganos:

1. Preparación del jarabe

En una olla pequeña, coloca el piloncillo rallado (o azúcar moreno) y el agua. Agrega la raja de canela si decides usarla.

Calienta a fuego medio-bajo, revolviendo constantemente, hasta que el piloncillo se disuelva completamente y se forme un jarabe ligeramente espeso. Retira del fuego y añade la esencia de vainilla si lo deseas. Reserva.

2. Preparación de la masa

En un tazón grande, mezcla la harina de trigo, el polvo de hornear, el azúcar y la sal. Agrega el huevo y el agua tibia poco a poco, mezclando hasta obtener una masa suave y elástica. Amasa durante unos minutos hasta que la masa esté uniforme y no se pegue a las manos.

Divide la masa en pequeñas porciones del tamaño de una nuez y forma bolitas. Colócalas sobre una bandeja enharinada.

3. Fritura de los muéganos

En una sartén profunda, calienta abundante aceite vegetal a fuego medio-alto. Cuando el aceite esté caliente pero no humeante, coloca las bolitas de masa una a una en el aceite caliente, cuidando no sobrecargar la sartén.

Fríe los muéganos hasta que estén dorados y crujientes, volteándolos ocasionalmente para que se cocinen de manera uniforme. Retira los muéganos del aceite y colócalos sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.

4. Finalización

Una vez que todos los muéganos estén fritos y aún calientes, sumérgelos uno a uno en el jarabe de piloncillo (o miel), asegurándote de cubrirlos completamente. Coloca los muéganos cubiertos en una rejilla para que el exceso de jarabe escurra y se enfríen.

Los muéganos pueden ser servidos tibios o a temperatura ambiente. Disfrútalos como postre acompañados de una bebida caliente o fría según tu preferencia.

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